Los manuales escolares de la Biblioteca del Centro de Recursos, Interpretación y Estudios de la Escuela no solamente constituyen un importante testimonio de los contenidos que sirvieron a los niños y niñas de otras épocas para aprender cosas, sino que deben ser un recurso didáctico utilizable en la actualidad. Con "El libro de la semana" queremos al profesorado, a alumnos universitarios y a todos los interesados en general darles pistas para ese posible uso actual. ©

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Es la actual una época en la que en España, y por muy diversas causas (búsqueda de identidad por parte de las diferentes autonomías, desarrollo del mal llamado turismo ecológico, aumento de los fondos de los que disponen las entidades locales, etc.), existe una sobrevaloración de la cultura rural (lo vemos en la gran proliferación de museos etnográficos que invaden toda nuestra geografía), situando sus producciones en categorías antes ocupadas solo por otro tipo de objetos.
Pero, tradicionalmente, la cultura se ha identificado con la urbe, con lo urbano.
Luis Racionero, entre otros sitios, nos recuerda en Oriente y Occidente (1993) lo que significó en la historia de la humanidad la creación de las urbes: “La ciudad es el gran instrumento civilizador y su existencia señala las zonas más cultas del globo. Civilizado es el hombre educado en la civitas, inmerso por contacto diario, en ágora y negocio, en el drama y diálogo que suceden espontáneamente en los aglomerados urbanos. La ciudad, encrucijada y depósito, es cruce de ideas y almacén de medios; en ella se doma el salvajismo del hombre y se aprenden la cortesía, el refinamiento y el diálogo: su lema es la variedad y el intercambio; de ella nacen la libertad y el invento.”
Esta misma idea subyacía a los manuales de urbanidad de nuestras escuelas, en épocas en las que la población rural era muchísimo más numerosa que la actual.
Al hombre rural había que convertirlo, mediante la enseñanza en su niñez en las aulas, al ideal del hombre urbano, "urbanizado": en sus maneras de comportarse (muchos libros de lectura manuscrita intentaban ayudar a saber cómo dirigirse a personas de otro rango, o a leer un contrato o un recibo), en la visión de cosas (aviones, puentes, máquinas…) que en su mundo rural no existían, en saber apreciar determinadas obras de arte. Aunque, lamentablemente, la mayoría de los habitantes de nuestras ciudades actuales realmente no responden a los criterios de cultura y urbanidad que se pretendían trasladar hace unas décadas a esas personas que habitaban núcleos rurales.
Pero, como esa pretensión sí que existió, a modo de ejemplo presentamos en nuestro libro de esta semana un primer manual de urbanidad. Y dejaremos para más adelante una breve descripción de la historia de este género de manuales al hilo de la presentación de otros textos de urbanidad.
Éste, concretamente, es el escrito por “la Excelentísima Señora D.ª Isabel M.ª del Carmen de Castellví y Gordón, condesa del Castellá”.
La edición de la que disponemos en el CRIEME de Polanco es la 6ª, de 1940, aunque el libro se publicó por primera vez en 1916; siendo la última edición de la que tenemos noticia de 1957.
Tuvo este manual una gran difusión, no solo en España, sino también en Latinoamérica. En concreto, hemos localizado la existencia de ejemplares en bibliotecas de Argentina y de Méjico.
La autora fue una conocida escritora valenciana, también de cuentos y de poesía (Poema del cisne es su libro más conocido), y que cultivó, asimismo, con gran éxito el artículo periodístico (colaboró en El liberal de Barcelona y en El Imparcial de Madrid, entre otros periódicos).
Contra lo que pudiera pensarse, el libro, y así lo dice al principio del mismo Isabel Castellví, vale lo mismo para los niños que para las niñas, y a lo largo del mismo lo que se dice no nos suena, realmente, a excesivamente retrógrado.
Divide la autora el libro en diez bloques temáticos: Preliminares, En familia, En la escuela, En la calle, En el tren o tranvía, En las tiendas, En el teatro, Las visitas, La correspondencia y Los regalos. A su vez, algunos de los bloques se subdividen en aspectos más concretos.
Todos los temas poseen una estructura similar. Comienzan con unas preguntas dirigidas al hipotético niño o niña que lo está leyendo, para, a continuación, indicar cuál debe ser el comportamiento adecuado en ese caso y por qué. Luego, se propone un caso práctico, que exige una contestación por parte del lector. Y, en tercer y último lugar, aparece un formulario con normas que sobre el particular deben observarse.
Eso sí, llaman la atención, lógicamente, a pesar de lo bien redactado en cuanto a fondo y forma que está el libro, pequeños detalles que podemos considerar poco “actuales” en las normas que nos aconseja seguir este manual. Por ejemplo:
-"¿Qué dirías de un hombre que tuviese por costumbre permanecer siempre con la gorra o el sombrero puesto…?" (p. 23) Pues Fernando Alonso, el meritorio corredor asturiano de Formula 1, comparece siempre en las ruedas de prensa tocado con su gorra publicitaria, sin ser ello en absoluto signo de mala educación.
-“No andes jamás con el traje rasgado o descosido, ni arrugado…” (p. 39) Determinados estilos actuales de ropa contradicen este mandato.
-Para los hijos con respecto a los padres: “Haz lo que te manden con prontitud…” (p. 43). Hoy en día, en la mayoría de los casos, sería un consejo más bien válido al revés: para los padres respecto de los hijos.
-“Cuando veas que los dependientes están todos ocupados despachando a otra personas, no muestres impaciencia…” (p. 83) Si se respetara esto, sobre todo en época de rebajas, no daría tiempo a la gente a ir a todas las tiendas que tienen previsto “asaltar”, y serían otros más avispados o avispadas los que conseguirían esa deseada oportunidad a precio tan bajísimo.
© de los textos: José Antonio González de la Torre
© de los textos: CRIEME
© de las imágenes: CRIEME