Los manuales escolares de la Biblioteca del Centro de Recursos, Interpretación y Estudios de la Escuela no solamente constituyen un importante testimonio de los contenidos que sirvieron a los niños y niñas de otras épocas para aprender cosas, sino que deben ser un recurso didáctico utilizable en la actualidad. Con "El libro de la semana" queremos al profesorado, a alumnos universitarios y a todos los interesados en general darles pistas para ese posible uso actual. ©

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La implantación de la enseñanza graduada supuso un avance muy considerable en la educación española, que se encontraba en un estado de cierto aletargamiento desde la publicación de la conocida como Ley Moyano de 1857.
Fue el conde de Romanones, en el primero de sus mandatos como ministro de Instrucción pública y Bellas Artes, el que amplió hasta los doce años la obligatoriedad de la escolarización y estableció tres grados en la primera enseñanza pública: párvulos, elemental y superior.
En el mismo decreto en el que se establecía lo anterior (Real decreto de 26 de octubre de 1901) se publicó el listado de las materias que a partir de ese momento debían impartirse, añadiéndose que “los programas del grado elemental y superior para el estudio y examen de las materias señaladas en el art. 3.º se publicarán oportunamente por el Ministerio del Reino.”
Pero, como en otras ocasiones, esa publicación no llegó a realizarse. Por ello, cobraron los manuales escolares un papel fundamental como guía de los contenidos que debían desarrollar en las clases los maestros y maestras españoles.
Fueron los autores y editores los responsables en la práctica de las programaciones de las diversas materias. Aunque también ejercieran las asociaciones de maestros, las revistas profesionales y los anuarios de las escuelas un cierto papel en esta ayuda a quienes debían trabajar día a día con niños y niñas.
El libro de esta semana, de Victoriano Fernández Ascarza, autor del que ya comentamos un libro en la semana del 28 de marzo al 3 de abril, es un claro ejemplo de manual integrado dentro de una serie cíclica de libros que abarcaban en cada materia los diferentes niveles que debían impartirse en las aulas.
En concreto, este manual está dedicado a la química y la mineralogía dentro de la materia “Ciencias físicas, químicas y naturales” del decreto citado de 26 de octubre de 1901.
El manual se integra dentro de la colección de manuales que en la editorial El Magisterio español estaba a cargo del propio Ascarza y de don Ezequiel Solana.
El libro se compone de veintiuna breves lecciones (cada una de ellas ocupa una sola página con entre seis u ocho apartados). Todas las lecciones se completan con un Cuestionario que hace exactamente una pregunta sobre lo dicho en cada apartado, ejerciendo este cuestionario más de catecismo que de otra cosa. Para finalizar cada lección, encontramos unos Ejercicios muy interesantes y variados, con cantidad de propuestas de experimentos para hacer en clase, si se disponía de los medios para ello, cosa no fácil en las escuelas rurales de la España de entonces.
Ocho láminas con dibujos muy bien realizados y un vocabulario al final del manual completan este sencillo pero suponemos que muy útil, por lo antes señalado, librito.
© de los textos: José Antonio González de la Torre
© de los textos: CRIEME
© de las imágenes: CRIEME