Los manuales escolares de la Biblioteca del Centro de Recursos, Interpretación y Estudios de la Escuela no solamente constituyen un importante testimonio de los contenidos que sirvieron a los niños y niñas de otras épocas para aprender cosas, sino que deben ser un recurso didáctico utilizable en la actualidad. Con "El libro de la semana" queremos al profesorado, a alumnos universitarios y a todos los interesados en general darles pistas para ese posible uso actual. ©

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Aunque hubo intentos por conseguir construir una máquina eficaz para escribir desde comienzos del siglo XVIII, habría que esperar hasta 1874 para la aparición en el mercado, por parte de la empresa Remington Typewriter, del para muchos extraño aparato que, de alguna manera, iba a propiciar un gran cambio en el mundo del comercio.
Porque la generalización del uso de la máquina de escribir en el ámbito de los negocios supuso una multiplicación de las posibilidades de desarrollo de los mismos, antes limitados por la dificultad de establecer una correspondencia legible y rápida con clientes o suministradores.
Además, este invento generó una nueva profesión, la de mecanógrafo, que rápidamente exigió unos estudios específicos para aprenderla.
Así, en España, una Real orden de 12 de febrero de 1900, firmada por Francisco Silvela, dispone se admitan en las oficinas públicas los escritos que se presenten “hechos con máquinas de escribir, en los mismos términos y con iguales efectos de los escritos ó copiados á mano”.
En nuestro país, la mecanografía, generalmente unida a la taquigrafía, se introdujo en la reforma de la Enseñanza secundaria de 1926 (el conocido como Plan Callejo) -no como asignatura, sino como trabajo práctico-; impartiéndose, con algunas interrupciones, hasta los años sesenta. También hubo profesorado oficial a lo largo del siglo pasado de mecanografía, entre otros, en las Escuelas de Comercio, en las Escuelas de Magisterio, en las Escuelas de Adultos y en las de Adultas, en los llamados Centros de Enseñanza Media y Profesional, en las Escuelas de Artes y Oficios, en las Escuelas de Trabajo y en la Escuela del Hogar y Profesional de la Mujer de Madrid.
Nuestro libro de esta semana es un manual que usó hacia 1943 una alumna en las clases particulares de mecanografía que la maestra Doña Trini, que poseía un colegio privado, daba por las tardes en Reinosa.
Escrito por Felipe Gómez que, tal y como se señala en el mismo, era “Redactor Taquígrafo del Diario de Navarra y Director de la Academia Taquigráfica de su nombre en Pamplona”.
Su método se componía de dos partes, una teórica, de “escritura al tacto”, y esta segunda, centrada en la realización de prácticas de diferentes tipos de formularios de documentos, de gran utilidad porque “los que estudian el arte de escribir a máquina en un centro cualquiera de enseñanza se encuentran desorientados casi siempre e incapaces muchas veces para realizar un trabajo mecanográfico digno de tal nombre” (p. 7).
Cada capítulo se refiere a un modelo de escrito (cartas de propaganda, facturas y presupuestos, telegramas, pólizas de seguros, contratos, etc.) y está precedido por una introducción donde se describen las características del mismo, con unas breves cuestiones para constatar que se ha entendido la explicación.
Para acabar, y a modo de curiosidad, decir que en las páginas 122-123 se añaden las posibilidades de usar la máquina de escribir para hacer arte, con un ejemplo de un retrato de la estrella del cine mudo de los años veinte Clara Bow realizado con signos mecanográficos que, en opinión de Felipe Gómez, “en nada tiene que envidiar a cualquier dibujo realizado a pluma” (aunque a nosotros, sinceramente, nos recuerda más a Estrellita Castro que a la actriz estadounidense…) Sin duda, y como hoy en día solo ven el uso del ordenador y la impresora, este manual de mecanografía, y la máquina de escribir en general, les resultará a los actuales niños y niñas muy de otro tiempo. Casi tanto como a nosotros nos lo parecen las películas de esas dos actrices citadas.
© de los textos: José Antonio González de la Torre
© de los textos: CRIEME
© de las imágenes: CRIEME